Tuesday, October 28, 2008

La píldora

-Me fastidia tener la sensación...- Rachel dudó, y luego prosiguió-: ... de que mi cuerpo es una máquina o algo así, de que soy una máquina...-Rachel dudó, y luego prosiguió-: ..que alguien programa. Introdúzcase esta píldora, y se obrentrá...-Rachel dudó, y luego prosiguió-: ...el efecto previsto. ¿Cómo? ¿Qué coño está diciendo? Habla como si estuviese rellenando un impreso. ¿Y qué me dices de mí?, quise aullar. ¿Qué crees que piensa mi cuerpo cuando tiene que ponerse la goma del carajo? (Que, por cierto, resulta carísima. Una semana después del Gran Polvo tuve uq eirme solo al soho a comprar una caja tamaño familiar de Suavex, tres de los cuales paso semanalmente a una de las cajitas de lujo de los Penex. Porque sé, me entienden, lo dolida que se sentiría ella si supiera que le pego polvos de rebajas. ¿No les parece que soy una persona infinitamente considerada?)

Aprarentemente sí. En lugar de decirle, Ya lo superarás, o, Sé fuerte, o Crece de una vez; en lugarde eso, me detengo al pie de una farola, cerca ya de casa, le acaricio ambas mejillas, le doy un pellizquito en la nariz, y susurro:
-Creo que lo comprendo.


Martin Amis, El Libro de Rachel

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